jueves, 12 de mayo de 2016

De todo y de nada

No consigo recordar en qué momento dejé el timón a la merced del caos. Tengo dudas sobre si fue antes del divorcio de mis padres, en el propio divorcio, en mis relaciones conyugales o simplemente en las pérdidas que han mutilado mi mente. La soledad, la desesperanza, el desamor y la muerte son cicatrices que me han insensibilizado. En ocasiones surge un hálito de nostalgia pero nunca de ilusión; estoy vacío. Eso es. Soy una cáscara adicta a los vicios que pierde el tiempo con videojuegos, el arte, mujeres y drogas. Un truhán, un caballero, un payaso. Jamás pensé que fuera tan difícil mandar al olvido todo lo mal que ha habitado en mí; me pesan los años. Hoy como cualquier otro día vengo a hablar de todo y de nada, escribo una breve carta a mi yo del futuro para que comprenda la inestabilidad que aún existe.

Querido yo del, espero, futuro próximo. Mis heridas arden en estas fechas, me vuelven irascible e impredecible. Lo único que necesito es ocultarme bajo las sábanas y dejar que la tormenta, la vorágine, ceda. Que los errores del pasado no se manifiesten y que mi constancia brille como nunca ha brillado. ¡Cuánto miedo albergo y qué perdida de tiempo enfrentarme a mis demonios!

Espero leas estos retazos con la seguridad de ser mejor de lo que soy, y ante todo... espero que existas, no son los mejores días de mi vida.