Llegamos en pareja y acabamos creando manadas donde finalmente nos mostramos, tú eras corazón y yo deseo. No me gustan las mentiras querido compañero y tú aún careciendo de la experiencia propia de un viajero o de un galán te habrás percatado de ello. Para nada me estoy refiriendo a que seas consciente de que detesto las argucias sino que eras consciente de mi artimaña en sí. Tu mente no olvidará la lanza de hielo que atravesó mi pecho, tus ojos no verán de nuevo a un hombre partir los extremos y tu corazón jamás entenderá que fuera capaz de conservar los cristalinos restos en mi interior. Conoces mi anhelo y por lo tanto que nos parecemos más de lo que yo te hacía ver.
Esta noche mis labios están sellados y sé que no será la última noche que sea así.
Ha sido un placer, hermano.