domingo, 21 de junio de 2015

Las noches

Sólo tú has presenciado lo mucho que he cambiado durante nuestra vida compartida, contemplabas atento como sumido en mi profunda locura devastaba todo lo que apreciaba. Apagué la luz que me guiaba en el negruzco mar invertido y ahogué entre mis largos dedos lo poco que quedaba de mí. Respetando mi misantropía te lucraste con mi boca llena de arena y maduraste al ver como tras la miseria acaricié los confines de la exosfera. Eras confidente de tosca hacha que sin miramientos quebrabas mis costillas mientras yo rebanaba tu cuello con mi gélida daga. Sucedía al unísono, era nuestra desafiante danza.
Llegamos en pareja y acabamos creando manadas donde finalmente nos mostramos, tú eras corazón y yo deseo. No me gustan las mentiras querido compañero y tú aún careciendo de la experiencia propia de un viajero o de un galán te habrás percatado de ello. Para nada me estoy refiriendo a que seas consciente de que detesto las argucias sino que eras consciente de mi artimaña en sí. Tu mente no olvidará la lanza de hielo que atravesó mi pecho, tus ojos no verán de nuevo a un hombre partir los extremos y tu corazón jamás entenderá que fuera capaz de conservar los cristalinos restos en mi interior. Conoces mi anhelo y por lo tanto que nos parecemos más de lo que yo te hacía ver.

Esta noche mis labios están sellados y sé que no será la última noche que sea así.
Ha sido un placer, hermano.


lunes, 8 de junio de 2015

El pasado al pasado con él

Mis pies descalzos están presos por grilletes y arrastran la arena, llevo días caminando y aún disfruto de la arena colándose entre mis dedos. El horizonte es un infinito mar de dunas y es todo lo que me permito observar, no doy oportunidad al ayer ya que las huellas no están ya. Bebo del néctar de la soledad y avanzo corrompido por lo que olvido.
- Últimamente estás muy callado. - Musito soltando una insignificante sonrisa.
No encuentro respuesta en todo el vasto desierto pero sé que algo o alguien debe estar escuchándome o quizás me escuchó. Súbitamente tropiezo llenando de arena mis secos labios, incorporo mi demacrado cuerpo y fuerzo mi caminar sin éxito. Giro la cabeza y desciendo mi mirar, al otro lado de las esposas me encuentro conmigo mismo, muerto.
- Con que aquí estás. - Caigo cual peso muerto y lo último que veo es su despertar.