miércoles, 27 de mayo de 2015

Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas

Hubo una vez donde los pequeños detalles y las grandes personas elevaban lo poquito que soy, tiempos en los que el olvido aún no imperaba y era capaz de soñar. Recuerdo con dañina nitidez el calor en mi pecho, el terror de la posibilidad de perder lo que amaba y la agonía de no saber qué hacía, qué sentía y en qué pensaba.
Lo poco que queda de lo que fui es el miedo a volar. Una daga fría, un arma blanca que se hunde en mi pecho a medida que siento más. Llega un momento en el que huir es el único método de supervivencia que funciona, el único capaz de conservar intacta mi máscara de cristal. Me niego a llenar tu corazón de cicatrices, me niego.
Hoy no hay canciones ni escucho en mi mente el eco de tu risa. Se acabaron los principios y finales de los días, los besos, tu cuerpo... se acabó alimentar la hoguera de nuestro momentáneo sueño. Llegó a su fin lo único que me ha hecho salir de mi cómoda y cristalina madriguera.

Lo siento Alicia.

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