domingo, 15 de febrero de 2015

Reflexión ácida

¿Por qué no somos libres?

Ésta es una pregunta que en ocasiones deja mi mente atorada y mi mirar se pierde en un infinito inexistente. Muchos no permitiréis que vuestro día a día mental se resuma en este tipo de planteamientos por ello os autocomplacéis con la clásica frase de autor (que es casi tan reveladora como un problema que únicamente tiene una de las respuestas pero sin tener ni un solo cálculo) o con el más importante de los pasotismos. No es de mi interés señalar vuestra falta de autoenriquecimiento, bueno, qué coño, sí; en este mundo aborregado se necesitan más cabezas pensantes que estimulen el individualismo intelectual. Se toma como referencia lo generalizado y no se duda, no se discute ni se batalla contra la falta de reflexión; se alimenta al ganado con ignorancia y balando exige más y más ensimismamiento colectivo.

Creo que por un momento he perdido el hilo de lo que pensaba exponer al asomarse por mi mente la realidad en la cual vivimos, no es fácil ser consciente de lo establecido y que mi única forma de batallar sea mediante la palabra. La carencia de personalidad se ha globalizado casi en su totalidad, incluso en ocasiones me veo afectado por esa inevitable corriente colectiva (es duro ser hipócrita en ciertos ambientes)... es desolador que apenas queden mentes libres.

La reflexión se ha vuelto una clara crítica.


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