domingo, 4 de diciembre de 2016

Borderline

Tenue y cálida se cuela la claridad del sol en otra blanquecina mañana de invierno. Las sábanas han decidido unirse a ella en la perpetua batalla que acontece tras mi despertar; no quiero ir a trabajar. No importa la de vueltas que podamos dar entre sueños, siempre amanezco abrazado a ella. Cual rutina apego su menudo cuerpo a mí y respiro profundamente entre la maraña que forma su cabello en mi cara. Huele a hogar.

- Ay, sólo un poco más... - Murmulla encogiéndose como haría una oniscidea. 

Me es imposible contener una de tantas sonrisas que ella jamás verá. Beso su nuca y cual sierpe me deslizo hasta incorporarme en pie. Evito hacer ruido con las persianas al abrirlas y me planteo si él ya estará despierto. Rodeo la cama hasta encontrarme con una sencilla cuna. Él está dormido plácidamente, tiene la boca de su madre y los ojos de su padre... o eso dice todo el mundo.

Llega el momento de preparar el desayuno para todos; dos "mitad", dos tostadas con mantequilla, un poco de bacon, queso y un biberón lleno de leche. Preparo todo encima de una mesita para la cama cuando como era de esperar: él comienza a declarar su hambre entre gorjeos. Al entrar por el arco de la puerta de nuestra habitación encuentro la imagen que da razón a mi vida desde hace años. Ella tiene a él en brazos, está incorporada con el pelo desaliñado y porta una perezosa sonrisa.


Ya es suficiente autoflagelación, ¿no crees? 

Deja de soñar con ideales de revista y asume la imposibilidad que supone para una persona como tú el conseguirlo. Eres un joven trastornado, sí. Ahora entiendo el porqué huías de los profesionales, tú sabías que algo fallaba en tu interior. Ese vacío, esos cambios de humor y de opinión, tu impulsividad y esa autoestima de mierda alimentada gracias a redes sociales. Pusilánime borderline.

Aléjate de ella te recomendó y aquí estás de nuevo.
Deja de llorar.



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